Todos los seres humanos hemos sentido esa sensación tan difícil de definir que llamamos «miedo». La hemos sentido de muchas formas distintas y le hemos dado muchos nombres. Pero hoy te invito a que tengamos una mirada sistémica sobre el miedo.

La Sensación del Miedo

A lo largo de la vida, seguramente, has relacionado al miedo con la ansiedad, con el pánico, con el sudor frío y la parálisis del susto, con el congelamiento, la taquicardia, la aprensión etc. También has sentido lo que llamas preocupaciones, que no son otra cosa que miedos crónicos. La paranoia es la manifestación extrema del miedo y a las formas leves simplemente las describes como una sensación de incomodidad.

En las formas más graves de miedo, te vuelves asustadizo, cauteloso, tenso, tímido, inexpresivo, supersticioso, desconfiado, inseguro, temeroso y suspicaz. Te sientes bloqueado, a la defensiva, atrapado, amenazado, culpable y lleno de una ansiedad incontrolable cuando actúas frente a los demás, que te bloquea y no te permite desplegar tus capacidades naturales.

Puedes sentir miedo al dolor y al sufrimiento, a vivir, a amar, a la cercanía, al rechazo, al fracaso, a Dios, al infierno, a la condenación, a la pobreza, al ridículo y a la crítica, a estar atrapado, a la insuficiencia, al peligro, a la desaprobación, al aburrimiento, a la responsabilidad, a la toma de decisiones, a la autoridad, al castigo, al cambio, a la pérdida de la seguridad, a la violencia, a perder el control, a los sentimientos, a la manipulación, a ser descubierto, a las alturas, al sexo, a estar solo, a ser responsable y al propio miedo.

 

El Miedo y la Culpa

Hay, además, otro miedo del que no eres consciente, instalado por la cultura que te enseña a sentirte culpable por todo. Es el miedo a las represalias que surge del deseo de evitar ser castigado o del deseo de devolver el ataque que crees haber recibido y atacar.

El miedo es tan extendido en la humanidad que puede decirse que gobierna el mundo.

Como el miedo tiene relación con la supervivencia, tu mente le da un espacio y un trato especiales, por eso conviertes tu vida en un serie de estrategias que tienen como fin conquistar el miedo y eliminarlo.

Esto lo saben los medios de comunicación, el mercadeo y la publicidad; por eso te presentan una y otra vez situaciones de temor, que te mantienen atrapado entre el miedo a vivir y el miedo a morir.

Cuando las estrategias de tu mente para deshacerse del miedo fallan y el miedo aparece en tu vida con ataques de ansiedad o fobias, te etiquetan con un diagnóstico de neurosis de ansiedad y te matriculan como consumidor de ansiolíticos o tranquilizantes, que son las sustancias más vendidas en la sociedad occidental.

Como tus miedos tienden a aumentar día a día, los extiendes progresivamente a más aspectos de tu vida, restringiendo tu actividad y conduciéndote a veces a una inmovilización total.

Entonces, si observas atentamente, pasas tu vida tratando de huir de la incomodidad interna producida por el miedo que ves como una amenaza a tu felicidad. Por eso muchos se refieren a la experiencia de la vida humana como un valle de lágrimas, porque la experimentan como una permanente lucha para escapar de los miedos internos y de las expectativas negativas que esos miedos proyectan sobre tu mundo exterior.

 

El miedo y la Supervivencia

La principal meta humana, la que prima sobre todas las demás es la supervivencia. Todos los deseos humanos buscan asegurar la supervivencia del individuo y la de los grupos con los cuales se identifica como la familia y sus seres queridos.

La mente es un mecanismo de supervivencia y para garantizarla utiliza como método principal el uso de las emociones. Las emociones están conectadas con lo que crees que va a garantizar tu supervivencia, pero no con lo que verdaderamente lo hará.

Por eso es que las emociones son la causa del miedo básico que te impulsa, y que impulsa a todos a buscar constantemente la seguridad.

La mente es como un archivo lleno de películas acerca de tus experiencias pasadas. Las imágenes de esas películas superpuestas unas sobre otras, filtran la realidad que experimentas en el presente. A eso se debe que no veas el presente tal como es, porque solo puedes ver pedacitos filtrados y desfigurados por los recuerdos. Esa interferencia te la impones tú mismo pero es inconsciente y te mantiene estancado en un sistema de creencias arcaico, al que recurres constantemente, aunque no te proporciona lo que realmente deseas.

Las emociones están conectadas con lo que deseas y con lo que crees que va a garantizar tu supervivencia, no con lo que verdaderamente lo hará. En realidad, las emociones son la causa del miedo básico que te impulsa a buscar constantemente la seguridad.

 

Cómo nuestras emociones impactan en los recuerdos que creamos.

Las emociones producen los pensamientos y todos los pensamientos se archivan en el banco de memoria de la mente. El sistema de archivos se da de acuerdo con la intensidad de los sentimientos asociados a las experiencias y, por lo tanto, los pensamientos no archivan en la memoria los hechos o la has experiencias, sino que archivan las sensaciones que produjeron esas experiencias y a esas sensaciones las llamas sentimientos.

Al igual que todos, llevas contigo un enorme guardado de actitudes, creencias y sentimientos negativos. Cuando tus emociones contienen una alta cantidad de negatividad, culpa y miedo (tanta que ni siquiera puedes afrontarlo), temes a los sentimientos que esa negatividad te producen.

Como no cuentas con ningún mecanismo consciente para manejarlos cuando surgen en tu interior, experimentas miedo a enfrentarlos y los reprimes apenas amenazan con aparecer. Y como no los enfrentas siguen acumulándose y, al final, en secreto, niegas su presencia en ti.

Así es que, en lugar de sentirlos y afrontarlos, los proyectas sobre el mundo y los que te rodean.

 

La creación del circulo vicioso

La presión acumulada de las emociones provoca más pensamientos y sentimientos, hasta que caes en un círculo vicioso de pensar y sentir y sentir y pensar.

Esa presión acumulada te hace infeliz y es la base de muchos de tus problemas y enfermedades. Te resignas a vivir así, tratando de convencerte de que esa situación es parte de la condición humana.

En realidad, el verdadero origen del miedo es interno y no externo como a la gente le gustaría creer. La predisposición a reaccionar con miedo, depende de la cantidad de miedo que ya esté presente en ti para ser desencadenado por un estímulo.

Cuanto más miedo interno tienes, más cambia tu percepción del mundo ante una expectativa temerosa.

Si eres una persona miedosa, el mundo es un lugar aterrador, un caos de frustración y dolor.

Si sientes el miedo de la culpa, este es un mundo de tentación y pecado y los ves en todas partes. Lo que tienes adentro se proyecta en tu mundo.

Lo doloroso no son los pensamientos o los hechos, sino los sentimientos que los acompañan. Los pensamientos, por sí mismos, no son dolorosos, pero sí los sentimientos que están detrás.

 

El miedo a la Vida es Miedo a las Emociones

Una emoción puede crear miles de pensamientos a lo largo del tiempo. Por ejemplo, un recuerdo doloroso de los primeros años de vida, una pena terrible que se ha ocultado o que no se ha procesado. Durante muchos años, diversos pensamientos se van asociando a ese simple suceso.

Es por eso que en, realidad, el miedo a la vida es miedo a las emociones. No temes los hechos, sino lo que te hacen sentir.

Cuando dominas los sentimientos, el miedo a la vida disminuye.

En esta época, la humanidad está reconociendo la necesidad de tener sensaciones de satisfacción interior que son duraderas, en vez de basar su felicidad en símbolos externos de éxito que son pasajeros y que al desaparecer producen miedo.

Cuando quieres obtener algo de otra persona o del mundo, o sea, cuando quieres ser exitoso de acuerdo con símbolos externos y no lo consigues, el resultado es el estrés que expresas como frustración, depresión, percepción de dolor, enfermedad y hasta muerte, que son a la vez todos símbolos de miedo.

Quieres liberarte de todo eso, pero sigues manteniendo tu vieja forma de pensar y eso hace que camines en círculos en la vida, porque te aferras rígidamente a tu viejo sistema de creencias, en lugar de darte cuenta de que el mundo que te parece “tan loco” no es otra cosa que el resultado de un sistema de creencias que no funciona.

 

Nuestras creencias limitan nuestra percepción del pasado, presente y futuro.

Cuando decides darle realidad a un pasado lleno de miedo, limitas tu mente al obligarla a considerar que ese pasado es tu realidad. Como resultado, tu mente solo puede ver con miedo el porvenir y no puede detenerse ni por un instante para disfrutar del presente en paz, funciona como si estuviera dividida en dos partes, una que actúa bajo la dirección del ego, y otra que actúa bajo la dirección del amor.

Pero por tus creencias, la mayor parte del tiempo, tu mente obedece los dictados del ego, que es otro nombre que se le da al miedo. Aquella parte de tu mente que está regida por el ego actúa como un velo de miedo y culpabilidad que bloquea el amor.

Puedes aprender a ordenarle a tu mente que levante ese velo ficticio para revelar la luz del amor, que siempre ha estado ahí presente y constituye tu verdadera realidad.

Gracias al libre albedrío tienes el poder de elegir tu propia realidad, pero, para ello, tienes que deshacer en todo momento las limitaciones que te imponen los temores del pasado o del futuro. También las que te imponen las creencias culturales, sociales, educativas y religiosas que has aceptado como verdades, a las cuales no les interesa que seas verdaderamente feliz en el presente, sino que están más interesadas en que se cumpla tu predicción de que lo que te espera es infelicidad, para que así puedas tener el triste placer de haber estado en lo cierto.

Esto es una manera irracional e inconsciente de autoprotegerte y esta autoprotección genera en ti una incoherencia que te hace confundir el placer con el dolor.

Creer que los temores del pasado pueden vaticinar los temores del futuro, hace que pases tu vida preocupándote permanentemente por el pasado o por el futuro, lo cual da lugar a un círculo vicioso de miedo que no permite que el amor ni la dicha tengan cabida en el presente de tu vida.

El miedo siempre tergiversa tu percepción y te confunde con respecto a lo que realmente está ocurriendo.

 

Cómo tener una mirada nueva para el mundo

Para percibir el mundo de manera diferente, tienes que estar dispuesto a deshacer tu sistema de creencias, a sanar tu relación con el pasado incluyendo lo que realmente hubo, lo que realmente pasó, y no la sensación o sentimiento que tienes de eso.

Y, además, tienes que aprender a expandir tu percepción del ahora, liberándote del miedo en tu mente, reconociendo que tu mente no tiene fronteras y, que sus únicas limitaciones, son las que tú mismo le impones.

 

Por: Maria Lylliam Paeres
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