Lo que tenemos no es sólo nuestro, viene de atrás, de nuestros ancestros. Nacemos y estamos vinculados con nuestros padres, abuelos, bisabuelos y 7500 generaciones que nos precedieron. Hacemos parte de una cadena de brillantes eslabones, llenos de experiencias, vivencias, anécdotas, historias buenas (y no tan buenas) que están en la base del desarrollo de aprendizajes, conocimientos, habilidades, competencias y modos de hacer, es decir, de talentos que nos fueron transmitidos, ya contamos con ellos. Es decir que, nuestros éxitos y talentos, son un vínculo con nuestro linaje.

Como dice Bert Hellinger “la familia tiene una memoria, lo que de ella sale a la luz es un regalo para nosotros”. Ahora nos corresponde, a cada uno, hacer de lo que hemos recibido “un éxito”.

Nuestros padres tomaron de sus padres lo que ellos habían tomado de los bisabuelos, en esta dinámica, nosotros tomamos de nuestros padres y nuestros hijos toman de nosotros. Ahí está la fuerza; en palabras de Hellinger “cuando alguien se siente separado de sus padres pierde energía y fuerza”.

Esta dinámica de tomar y dar se presenta en todos los sistemas: los alumnos toman de sus maestros en el entorno escolar y dan cuando aplican la habilidad de responder y son responsables en sus compromisos escolares. En el ambiente laboral, los subalternos toman de los jefes, los colaboradores de sus líderes y dan su talento para el desarrollo de la misión organizacional.

Para poder transmitir a otros no basta con haber recibido, es necesario ejercer la acción de tomar para que, por el impulso del movimiento de compensación, el ciclo se complete con el ejercicio de dar. Quien sólo recibe, corre el riesgo de no dar, de no transmitir ese legado que le potencia para la vida.

Cuando recibimos de nuestros padres la vida, y el equipaje para vivirla, recibimos también la fuerza para transformar en éxito todo nuestro potencial.

 

Reconoce los éxitos y talentos de tu sistema familiar

Ahora, haz un alto y pregúntate:
¿Qué tan consciente estas de lo que te fue dado?
¿Qué escuchaste decir sobre los talentos de tus abuelos, bisabuelos, de tu sistema familiar, tanto de papá como de mamá?
¿Para qué eran buenos? ¿Qué sabían y podían hacer?
¿Están integrados ambos sistemas? ¿Puedes verlos?
¿Puedes reconocer tus capacidades creativas?
¿Puedes reconocer las virtudes, aptitudes, habilidades, destrezas, dones y talentos que vienen de tu legado familiar?

Y, respondiendo a estos interrogantes, ¿de qué te das cuenta?
¿Mirar los talentos recibidos de tu linaje te es familiar? ¿O te toma por sorpresa?

La vida es un regalo y es un éxito haber sido concebidos y haber nacido, A partir de este primer éxito somos convocados por la vida misma a expandir el éxito de nuestro sistema familiar y, de esta manera, poder experimentar la plenitud personal, que se acompaña de empoderamiento, sentimiento de suficiencia, abundancia, integridad, fuerza interior, completud, gozo.

Entonces, al vivir nuestros talentos, nos damos cuenta de nuestra grandeza, de que no estamos solos, de que podemos honrar y reconocer a nuestro linaje.

 

Reconoce tus éxitos y talentos

Y ahora, surge una pregunta más…
¿Cuál es tu talento?
¿Qué es aquello para lo cual tienes potencial y en lo que puedes desempeñarte?

Y yendo más allá…
¿Sabes de dónde te llegó tu talento?
¿Puedes reconocer a tu ancestro o ancestros que te lo legaron?
¿Puedes ver esto?

Y si no puedes verlos… ¿a dónde miras?
Cuando hay trabas para ver el talento es necesario identificar de dónde vienen, qué nos impide verlo y vivirlo: un trauma (una experiencia que nos sobrepasó, vivida en soledad y en silencio), creencias limitantes (como culpa o vergüenza), lealtades invisibles (cumplir las reglas, mandatos u obligaciones familiares, aunque el precio sea la propia frustración).

¿Tienes permiso para ejercer lo que realmente desea tu corazón?

 

Descubre tus talentos escondidos

Cuando el talento se esconde en alguna de estas barreras, la libertad para ejercerlo se queda atrapada, se presentan puntos ciegos que impiden fluir, se experimenta la limitación personal y se mutila la creatividad.

Aparece una sensación de que “algo nos falta” para alcanzar el éxito, como si éste estuviera al alcance de otros, pero no de nosotros. Y ahí se muestra entonces una incapacidad para ver nuestra propia verdad.

Pero al ir más adentro, mirando nuestro propio interior, deteniéndonos en lo que sí hemos recibido, nos damos cuenta de que sólo podemos ver en otros lo que ya tenemos, sólo podemos admirar y ver afuera lo que ya tenemos dentro y que no somos conscientes de ello. El trabajo por hacer es “abrir la conciencia a nuestro protagonismo”.

Gestionar el propio talento, y hacer de él un éxito, requiere atravesar el miedo para descubrir que detrás sólo hay libertad y, aunque muchas veces, cuando estamos en desconexión con lo que somos y tenemos, es más fácil mirar afuera que hacernos responsables de nuestro propio talento.

Podemos optar por vernos, reconocernos parte de una historia, un legado y que somos llevados por nuestra sabiduría interior. Experimentarnos cocreadores, contendores de dones, carismas, competencias, virtudes que nos integran, nos motivan y empujan a la pasión, al servicio y a la vida en plenitud.

En palabras de Angélica Olvera, en su libro Talento Transgeneracional, “¿Se nace con talento o se adquiere el talento? En esta nueva era, se nace con talento y se adquiere, se impulsa, se cultiva y se perfecciona. Se lleva a lugares que antes no imaginábamos. Hoy el talento es una fuerza exponencial”.

 

Por: Luz Estela Álvarez Osorio

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