En la dinámica de las relaciones, es normal que las mujeres nos enfrentemos a la ausencia de gratitud y felicidad, retroalimentación o gestos de compensación. Es posible que te hayas preguntado ¿por qué, a pesar de nuestros actos de amor, sacrificio y apoyo incondicional, nos encontramos con el desconcierto?

Y es un tema que para nosotras es bastante sensible, porque por naturaleza evolucionamos para estar muy pendientes de lo que sucede fuera de nosotras. Pero, ¿cómo logramos desbloquear la gratitud y felicidad en las relaciones?

El cerebro femenino está dirigido hacia el mundo. Afuera es mucho más sensible que el cerebro masculino. Por ejemplo, a las opiniones que dan los demás sobre si te aprueban, si eres adecuada, y la respuesta de los demás a cada cosa que eres o haces.

Nosotras, inconscientemente, somos instintivas. Estamos registrando en los rostros o las actitudes de las personas si están respondiendo positivamente a nosotras o no, y nos estamos acomodando o ajustando, tratando de encontrar esa respuesta positiva.

Así que, mantenernos inquietas ante la gratitud y el desconcierto en las relaciones es parte de nuestra naturaleza y nos lleva a explorar los sentimientos que tenemos respecto a esas conexiones, en un esfuerzo por entender las emociones que estos vínculos nos producen.

No sólo cuestionamos las acciones externas, sino también nuestros propios pensamientos y sentimientos. ¿Cómo podemos reconciliar el amor inquebrantable que ofrecemos con la aparente falta de reciprocidad? ¿Cuáles son las raíces de esta desconexión entre nuestras expectativas y la realidad emocional de quienes amamos?

Sumergirnos en nuestras relaciones más íntimas, en nuestras experiencias compartidas y las ideas que tenemos sobre cómo se desarrollan estos lazos, nos permite dar el primer paso hacia la comprensión de nuestras formas de vida emocionales. Algo así, como desbloquear las puertas de la conexión emocional y el entendimiento mutuo.

¿Estás lista para adentrarte en la intimidad de tus relaciones personales, atrayendo la gratitud y felicidad a tus relaciones?

 

Naturaleza femenina: Exploración y Crecimiento Emocional

En nuestra evolución como especie, estuvimos dedicadas a la atención y cuidado constante de los miembros del clan, de los pequeños, de los ancianos, y son estas situaciones en las que estamos respondiendo a lo que cada momento nos presenta.

Si un bebé está llorando, sentimos la necesidad inmediata de responder o reaccionar. Lo mismo a una persona mayor, o a una persona enferma. Entonces, nuestro estado automático es el de dejar nuestras necesidades y lo que estamos haciendo para atender primero las necesidades de los demás y lo que los demás requieren de nosotras.

Estos son aspectos de nuestra naturaleza femenina que nos llevan a intentar entender la falta de gratitud en el amor, explorando nuestra propia naturaleza femenina y lo profundo de nuestro ser.

Incluso, nos adentramos en nuestro cerebro reptiliano, esa antigua parte de nosotras que opera en modo automático y que funciona vinculada a la supervivencia. Y es en el contexto de las relaciones, donde este cerebro primitivo influye produciendo respuestas emocionales y comportamientos automáticos.

Para nosotras, son naturales nuestras emociones y la disposición a cuidar y proteger a nuestros seres queridos.

Es posible que nuestras expectativas de gratitud estén relacionadas a la conexión entre la supervivencia y el cuidado. Es decir, nuestra idea de supervivencia trata de ir hacia fuera y estar pendientes de lo que sucede afuera.

Por eso es que estamos buscando respuestas externas a nuestras incomodidades, dolores o interrogantes propios. Buscamos consejo o ayuda, o en la espiritualidad o el mundo interno, un lugar en el cual podamos encontrar esa respuesta.

¿Y qué sucede cuando miramos hacia fuera? ¿Y cómo lograr buscar eso adentro, nuestro bienestar y nuestra felicidad?

 

Gratitud y Felicidad: Las Claves del Bienestar en las Relaciones

Cuando nos volcamos hacia afuera, parte de lo que sucede es que como nos estamos adaptando a lo que es, a lo que el entorno y las personas que amamos necesitan o exigen, es muy fácil para nosotras perdernos allí, perder nuestro centro o la fuente de bienestar.

Y entonces tenemos esta idea de que si estamos haciendo esto por los demás, cubriendo sus necesidades o satisfaciendo sus expectativas de nosotras, ellos entonces deberían a cambio, pues, satisfacer las nuestras.

Eso tiene dos inconvenientes. Uno es que nos sucede porque cada persona está pendiente de sí misma y de hacer sus cosas. Y además, el otro inconveniente que tiene es que la mayoría de nosotras no sabemos cuáles son esas necesidades.

Entonces, además de esperar que otros nos las satisfagan, queremos que ellos descubran qué necesitamos, que descubran cómo llenar nuestro vacío y nos lo regalen como una sorpresa.

Suena loco cuando lo digo así, pero estamos en esa actitud, una actitud en la que esperamos que los seres por los cuales hemos hecho tanto y nos hemos sacrificado, de pronto nos den como sorpresa el hacernos felices y hacernos sentir tranquilas, protegidas y cuidadas, y sentir que nada va a pasar. ¡Ya lo sabes!, porque seguramente llevas mucho tiempo intentándolo.

Pero, eso no tiene efecto y la mayoría del tiempo no resulta la sorpresa. Y es por la expectativa que te produce dolor, sobre todo que tus hijos no sean amables contigo o que no te traten de determinada manera.

 

La Maternidad: Un Proyecto Unido a la Gratitud y Felicidad

La mayoría de las mujeres que ya son mamás de hijos adultos y que tal vez ya son abuelas, centran su atención alrededor de los hijos y los nietos, de cuidarlos y pasar tiempo con ellos.

El asunto es que la felicidad está ligada a que cada ser humano tenga un proyecto personal que le produzca bienestar y que requiera algunos años para poderse llevar a cabo, proyectándose hacia el futuro.

El fin de esto es que cada persona utilice sus habilidades y capacidades internas para sentirse vivo, y objetivamente, nuestros nietos no son nuestro proyecto de vida.

De hecho, los hijos no son nuestro proyecto de vida. La maternidad puede ser una parte muy importante para una mujer, porque al contrario de los hombres, nosotros no necesitamos que el proyecto sea propio.

Lo que esto quiere decir es que, puede ser un proyecto de otro más grande que tengamos y que sea tan importante que participar de ese proyecto sea muy satisfactorio para nosotras.

Es decir, la maternidad es más grande que nosotras porque es la vida misma. Entonces, este es un proceso que está al servicio de la vida y en donde nosotras podemos sentirnos muy realizadas si participamos.

Sin embargo, es un proyecto que tiene fin en el momento en que los hijos son adultos y salen al mundo y ahora ellos están a cargo de su vida, y nosotros necesitamos regresar o cultivar a la vez nuestro propio proyecto de vida.

Cuando nos enfocamos solo en la maternidad y nos vemos en la etapa más adulta donde los hijos ya se hacen cargo de su vida y nosotras no encajamos o no formamos parte, empezamos a generar un ruido, un desorden en el sistema familiar, esto genera cierta incomodidad o rechazo de parte de los hijos.

 

Proyectos Personales que Nutren Relaciones

Es importante encontrar un proyecto de vida que te permita expandirte y trabajar en ello y disfrutarlo. Algo diferente a ser padre o madre y que te nutra en tus otras relaciones para aportar ese bienestar.

La pregunta que deberíamos hacernos es: ¿De qué estamos alimentando nuestras relaciones?

A veces creemos que tenemos que tomar de las relaciones el bienestar, el gozo y el disfrute, pero éstas no tienen el poder de darnos eso, nos exigen aportarles energía y aquello de lo que ya estamos llenos para compartirlo.

Cuando llegas a una relación queriendo algo, quienes están aportando en ella, sienten que te deben, que necesitan darte y ahí se retiran porque no están recibiendo, sólo están dando.

Es necesario que consideres si en este ser mujer y estar pendiente de los demás, estás perdiendo tu energía y no estás encontrando aquello que necesitas para sentirte plena y completa.

Necesitas volcar un poco la atención, yo diría por completo, hacia ti misma y hasta aprender cómo sentirte plena contigo, reconociendo que no es posible que los demás te brinden esto.

Nadie, ni los padres, los hermanos, la pareja o los hijos, tienen la capacidad de hacerte feliz. Solo tú tienes ese poder.

Esto puede ser doloroso porque lo has intentado y no lo logras, pero también es poderoso porque significa que los motivos para serlo están en ti. Y nada de lo que pase afuera o de lo que te digan tiene el poder de quitártelo.

Enfocarte y aprender a ser feliz para expandirte en un proyecto personal o uno más grande que tú, que te inspire y te haga útil, es necesario para que aportes a tus relaciones, las que tienes con personas que te importan y a las que tú le importas.

 

Prioriza tu Bienestar: Desafía Instintos para una Vida Plena

Empecemos por dejar claro que va en contra nuestra naturaleza instintiva, pensar primero en nosotras. Y que si nos movemos en modo de supervivencia, siempre preferimos poner a los demás y su supervivencia por encima de la nuestra.

Sin embargo, es tú deber tomar consciencia de que este bienestar ya no está en juego, y que no es verdad que tu hijo o tu nieto, no pueden vivir sin tí, o que si no estás no van a poder llevar a cabo sus vidas.

Cuando reconocemos que no es cuestión de vida o muerte, entonces podemos empezar a tomar decisiones que superan lo instintivo y que nos llevan a trascender esta parte física, incluyendo el bienestar físico.

Y entonces, esta es también una manera de atraer gratitud y felicidad a nuestras relaciones, funcionan como herramientas claves para crear vínculos de bienestar.

El mensaje en todo esto, es vivir una vida a otro nivel, con plenitud, expansión y en bienestar. No por nada, la ciencia respalda el hecho de que las personas mayores y con mejor salud son aquellas que tienen un proyecto de vida propio y a largo plazo, en el que se usan sus recursos y disfrutan la experiencia.

Así que, si nuestro proyecto de vida aporta al bienestar de otros, excelente. Pero, si no lo hace, siempre primero necesitamos pensar en nosotros mismos y permitirnos florecer. ¡Sólo así tendremos flores para compartir con los demás!

 

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