Tal vez te preguntes por qué te digo “reconoce tus logros y hazlo un hábito”, qué tiene de importante o trascendente. Déjame contarte un poco sobre el valor de esta práctica.

En un momento de mi vida atravesé, desde mi cuerpo, un poderoso aprendizaje. Fui sorprendida por una invitación a un almuerzo por los directivos de la institución donde trabajaba; me llené de miedo, ansiedad, pensamientos negativos permanentemente y una pregunta que no me abandonaba: ¿Qué hice de malo?

Mi mente tenía respuestas y todas ellas eran trágicas: ¡Para eso me invitaron almorzar!, ¡para que la despedida no fuera tan dura!. Con sentimientos de rabia pensaba: ¡No necesitaban un almuerzo para despedirme, solo con la carta de retiro era suficiente!

Pasó una semana y seguía fabricando un centenar de pensamientos de condena, mi mente no paraba, pasé noches sin conciliar el sueño y nunca se me ocurrió pensar que algo muy bueno podría suceder con esta invitación a almorzar.

Y…¡vaya sorpresa que me encontré!

El almuerzo era para resaltar mi gran desempeño en el trabajo, los logros que había obtenido, mis éxitos y todo lo que había alcanzado transformar y, además, como premio al fruto de mi trabajo, en el parqueadero del lugar donde estaba recibiendo ese homenaje, me estaba esperando una moto cero kilómetro para estrenar y lista para ser utilizada.

Con toda esta película que viví, me di cuenta de cuánto desgaste mental y emocional se crea en la mente por un diálogo interior fruto de todas las vivencias dolorosas de la infancia que se van “cristalizando” y que en algún momento de “verdad” cualquier circunstancia las despierta.

Todas las situaciones que vivimos de niños, donde nos sentimos vulnerados, atacados o tal vez abandonados y no tenidos en cuenta, quedan guardados en nuestro inconsciente como marcas indelebles creando una gran culpa y la creencia de haber hecho algo malo.

¿Te has sentido así, alguna vez? ¿Te has dado cuenta de tus diálogos interiores, donde siempre terminas siendo tú el malo de la película?

Estas solo son conversaciones mentales y solo pueden ser transformadas cuando, desde el adulto, nos permitimos afrontarlas para atravesarlas y transformarlas. Nos enfocamos más en poner la atención en lo que no tenemos y no reconocemos todo el valor que poseemos. Estamos acostumbrados a mirar todo el recorrido que nos falta y no a donde queremos llegar y mucho menos todo lo que hemos caminado.

Estas ideas me llevan a pensar, que solo cuando cumplimos los objetivos seremos felices, sin embargo, esto nunca pasa por que cada vez tenemos más objetivos por cumplir.

Trabajemos en reconocer tus logros

Te propongo que hagamos un ejercicio respondiendo estas preguntas:

Si piensas hoy hacia atrás, a tu pasado de hace 10 años, ¿puedes ver todo lo que has logrado? ¿Eres la misma persona? ¿Puedes ver tus logros y momentos significativos?

Vamos más atrás: Haz una lista de tus logros, la cantidad de dificultades que has superado, todas las situaciones en tu vida donde te has sentido orgulloso, como, por ejemplo: el día que te graduaste, el viaje que pudiste hacer, el problema que pudiste superar, esa decisión tan difícil que pudiste tomar, los obstáculos que superaste, las crisis que transformaste, etc…

Con todas las respuestas que obtuviste, considera que fuiste tú quien logró superar todas esas situaciones difíciles, con tu coraje superaste todos los obstáculos y todas las crisis, desde que naciste fuiste creado con una fuerza interior capaz de realizar, vencer y transformar todo. Mira todo tu recorrido con gratitud.

No es común reconocer nuestros logros, felicitarnos por lo que hacemos, elogiarnos, cabe más bien pensar en lo negativo de nosotros, juzgarnos y pensar lo peor.

Esto debido a que cada niño desea ser visto, aprobado y aceptado incondicionalmente, para muchos esto no pasó así, como lo mencioné anteriormente, la programación mental comienza desde la infancia, no son creencias que nacieron con tu vida, sino más bien son opiniones y comportamientos de otros y probablemente opiniones equivocadas puesto que también venían de niños que tampoco fueron vistos, aprobados o aceptados.

Recibimos de nuestros padres todo aquello que ellos no lograron, sus miedos y heridas sin sanar. Al vivir estas experiencias los padres proyectaron en nosotros sus hijos, esta forma de pensar y de vivir.

Ahora que eres adulto puedes empezar a reconocerte a ti mismo y darte todo lo que no recibiste en la infancia reconociendo tus logros, empezar a ser consciente de tu diálogo interior que es el único que te frena y te impide muchas veces avanzar, la vida no tiene limitaciones excepto las que tú te creas.

El cerebro responde a dos cosas: a tu diálogo interior y a tus imágenes internas, si empiezas por pensar diferente de ti, cada vez tu diálogo interior va a cambiar y podrás incorporar como habito reconocer tus logros y comprenderás que las posibilidades se hacen ilimitadas.

Así que ya sabes, reconoce tus logros ¡y hazlo un hábito!

 

Por: Luz Estela Alvarez Osorio

Reinvéntate.net
Matricúlate en nuestros Programas | Regístrate a nuestra Masterclass Gratuita | Descarga nuestro Ebook