Uno de los mejores descubrimientos en constelaciones es conducta que se encuentran en las parejas que elegimos.

Patrones que vemos también en nuestra propia familia.

Quiero que pienses y si puedes, anotes, quién fue tu primer amor.  Su nombre.  Qué exactamente hizo que te fijaras en esa persona.  Ve

pensando en detalles de cómo te trataba y cómo esa persona te hacía sentir.

Te lo pregunto, porque en esa primera relación de pareja, es donde podemos observar de una forma más clara que: “NO me enamoro de mi pareja, sino que RESUENO con el sistema familiar de él o ella.”

 

Y entonces, ¿qué exactamente significa este concepto de resonar con su sistema familiar?

 

Nuestro Primer Amor.  El Amor Ciego.

Cuando nos enamoramos de alguien, no miramos a la persona, “miramos” a nuestro sistema familiar.  Es decir, vamos a atraer a la persona que tenga en su familia creencias parecidas a las mías, patrones parecidos de comportamiento, incluso secretos, aunque yo no los sepa, enfermedades parecidas, etc. Las emociones, traumas y sucesos de mi sistema familiar yo las llevo internamente y por ende atraigo eso que percibo.

En mi práctica, cuando una persona viene por un tema de pareja, además de ir a su árbol familiar, pregunto por el primer amor. Normalmente la frescura con que “salimos” de nuestro clan familiar nos lleva atraer alguien que traiga emociones que se han ido desplazando en generaciones anteriores. Nosotros no nos podemos dar cuenta porque están inconscientes, pero si la vemos y observamos en el otro.

Y es que, según Bert Hellinger (Padre de las Constelaciones Familiares) muchos de nuestros patrones de conducta están asociados a nuestro fin de compensar y de expiar la culpa de un miembro de la familia  marginado o excluido.  Nosotros, en nuestro rol de hijos, sin saberlo llevamos la carga, en un “destino ciego”.  Entonces, es a través de la pareja que comenzamos a explorar y a vivenciar el destino oculto para reparar, llenar, sostener a mi árbol familiar en vez de estar con ella presente para caminar lo nos toque recorrer juntos.

He podido observar en mi vida personal y en mi práctica cómo, sin tan siquiera comprenderlo, asumimos roles con nuestra pareja en los cuales:

 

Aceptamos injusticias

Toleramos lo intolerable

Nos comportamos como si fuésemos padres o madres de la pareja

O somos como niños inocentes y creemos lo increíble

Damos desmedidamente

Perdemos nuestra identidad

Demandamos constantemente

Nos quejamos constantemente del otro

No podemos estar disponibles para crecer en armonía ni tampoco disfrutar la relación

De pequeños, si observamos que mami no está bien, hacemos todo para hacerla feliz, para que descargue en mi lo que tenga que sacar porque ella es mi fuente de vida. Por el amor inocente de niño y la creencia implícita de que puedo compensar la infelicidad de mi mamá me olvido de mí mismo… Es como una especie de “expiación” “ofrezco mi vida por ti”.

Cuando crecemos, esta parte del niño queda en nosotros y vamos a proyectarla y sacarla con nuestra pareja principalmente.

 

¿Cuándo el amor comienza a ser amor? El amor despierto

 

El amor comienza a ser amor cuando descubro que mi pareja en un reflejo de lo que yo llevo dentro y dejo de culparla y me hago RESPONSABLE de lo que me toca. El amor comienza a ser amor cuando veo a mis padres y a mi sistema familiar con respeto y sin condenas. El amor comienza a ser amor cuando dejó de criticar de dónde vengo y suelto la necesidad de tratar de repararlo, mejorarlo, perfeccionarlo, cambiarlo y ocupo mi lugar aceptando tal y como fueron las cosas y dejo la arrogancia para integrar que soy parte de ellos con lo bueno y con lo malo.

 

 El trabajo empieza con nosotros mismos.  Cuando sanamos esos vacíos que quedaron inconclusos, que hacen que siempre estemos sobreviviendo en vez de viviendo conforme al propósito para el cual fuimos traídos a este mundo, entonces vemos la vida con un lente diferente.  Me hago responsable de lo que estoy generando en mi relación de pareja y de las cargas que debo soltar para ser totalmente libre.

Solamente amo de verdad cuando somos “adultos” y sólo somos adultos cuando dejamos de ser arrogantes ante nuestros padres. Cuando abro mi corazón y decido aceptar el orden tal y como es. Aceptar que desconozco la verdad sobre ellos sin que ello implique que deba cargar con sus emociones.

En este proceso, le podemos dar un lugar a nuestra pareja y estar disponible para ella.

 

Por: Bert Hellinger

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